No celebras solo , Toño, un año, ya son sesenta. Celebramos contigo el latido de tu vida 1.892.160.000, la interior campanada, din, don, dan, entre risas 1.892.160.001, que marcaron los segundos, corazón, tic, tac ,tic ,tac, y ya 1.892.160.002 son los que resuenan y avisan de tu ser y estar en el mundo.
Cuida de ese reloj su pulso y que, sin adelanto, hermano, nos cante la alegría de tus horas tantos meses más como días tiene el año.
(Dedicado a Chris Sellwood por su familia en su cumpleaños )
Muy querido Chris, solícito padre y esposo amante, confinado entre tres niñas, eres adicto melómano a sus sinfónicas risas.
¿To be or not be? Lo que fuimos ya no es. ¿Seremos? ¿Quien sabe?
Delante se despliegan miles de barajas. Nos eligen y elegimos.
El futuro aún no existe, es humo de futuribles. Y los años de atrás, senda que en el hoy nos deja, no se pueden volver a pisar.
Justo ahora, el pasado cristaliza en el presente, en la bocanada de un segundo, apenas un instante inaprensible, fugaz, momento finito, que escapa y ya voló.
Tú sigues aquí, con nosotros. Nos alegra y fecunda tu estancia en un mundo sembrado por tus obras, germen de tantas dichas.
No conmemoramos el conteo de tus 48 años. No. En la bocanada de este segundo gozamos porque respiras.
El aliento de tu soplo empuja las velas, inunda la casa, repara, protege, destroza los males y desguaza amenazas. Nos refresca e insufla esperanza.
Felices, celebramos tu ser y estar en el mundo. Y no solo. Sobre todo festejamos que anclaste en el mundo nuestro y te tiene dentro.
Amaneció el día triste. Se paseó la pena. La olvido. La aparto. Quiero que no tenga hueco. Pero no se deja.
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Y entonces recuerdo. Te miro y tu alegría la ahuyenta, tu gracia la aleja y tu caricia, viva aún, la borra. Vuelve y la destrozas. Siempre al quite, madre. Como siempre, Paca.
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Pasa el día. El pesar persiste.
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Vuelve, madre, siempre cuando el dolor vuelva. Acúnalo con tu mirada. Reviértelo con tu alegría. Y haz como entonces: Devuélvemelo en vida.
El 15 de abril falleció en Olite mi madre, Paca Elcid Escudero, a los 92 años, de repente e inesperadamente, sin enterarse casi, sin agonía, plácidamente. Nuestra familia afrontó ese día y al siguiente el duelo y el funeral orgullosos de ella y tranquilos porque tuvo una buena muerte.
Con estas palabras la despedimos el día 16 de abril en la parroquia de San Pedro de Olite. Y las reflejo aquí porque quiero que este pequeño homenaje en público a Paca y Antonio sea perdurable.
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Soy Daniel. Soy el hijo mayor de Paca Elcid. La mayoría me conoceréis, pero muchos no me reconoceréis, porque hace cuarenta años que estoy fuera de Olite, en Canarias. Diré unas palabras para, sobre todo, expresaos a todos el agradecimiento y el afecto de nuestra familia por vuestra presencia aquí.
Un funeral
Estamos en un funeral. Es también un encuentro, un testimonio, una celebración de su vida. Es un homenaje. Y es una despedida agradecida. Cinco en uno. Vayamos por partes.
Un encuentro
Este congregarnos todos es un encuentro, no solo entre nosotros. Es un encuentro con la Paca, con Paca Elcid (el último en vida).
Todos sabéis lo que le gustaba a ella un encuentro, una conversación, un preguntarse mutuamente, un compartir de todo, una transfusión mutua de afecto sincero, o una expresión de la pena por el mal sufrido por otro.
Nuestra madre se alegraba mucho con muchas cosas, pero también se compadecía con el dolor del otro, de los otros. Mucho.
Creía sin duda en esa matemática sencilla que asegura que las alegrías compartidas, por dos al menos se multiplican; y que las penas compartidas se dividen al menos por dos y son la mitad de penas.
La alegría por haberla conocido, disfrutado y querido hoy la compartimos aquí todos; y la multiplicamos juntos por dos, por dos, por dos… muchas veces. Y la pena por haberla perdido la amortiguáis todos en mucho al venir a su último encuentro, al último adios. Gracias.
Un testimonio – Celebración de vida
Es funeral, es encuentro, es testimonio y celebración de la vida intensa de Paca y de la suerte y el privilegio de haber podido compartirla con ella.
Es la celebración de haber sido tocados por su alegría, por su temple, por su ánimo, por sus ánimos siempre prestos, por su espíritu aventurero y viajero; por su arte para la comedia y la declamación (que unos pocos conocían) y por su arte para la vida y sus anhelos.
Y es la celebración por habernos cruzado todos en estos años con una persona esencialmente buena, una buena persona buena; porque no hay título y honor más alto que ese.
Un homenaje
Es funeral, encuentro, testimonio y celebración y es también un homenaje.
A tí, Paca Elcid, madre , abuela, bisabuela. A tí, Antonio Cerdán, padre y abuelo.
Ayer se cerró vuestro ciclo vital aquí (porque tu papá siempre estuviste un poco en ella, en la Paca). Y como alguno de mis hermanos dice, aquí seguís mientras vuestro recuerdo siga viv
Cerrasteis ayer vuestro ciclo vital. Y concluisteis un ejemplo de vida digna, amorosa, fructífera en su sencillez, cálida, entregada a vuestra familia, pero para nada ajena o lejana no solo de amigos o cercanos, sino de cualquiera que lo necesitara.
Fuisteis pequeños labradores, desconocidos más allá de Olite. Gente común, pero no gente corriente. No tuvisteis una gran fortuna, pero nosotros fuimos muy afortunados de teneos.
Nada mejor en el futuro de nuestra familia que llegar a ser dignos merecedores del pasado que labraron. Del pasado en el que nos criaron.
En vuestra vida encontramos las mejores pautas, el humor, la gracia, el esfuerzo, el empeño, el compromiso solidario con el de al lado, con el de abajo, el ser hombre y mujer de palabra… Eso y muchas más cosas que me gustaría mostrar y trasladar a nuestros hijos, a vuestros nietos; y a vuestra bisnieta Sofia. Todo eso que nos haga dignos de vosotros, Paca y Antonio.
Una despedida agradecida
Hoy tenía que decirlo ante vuestros amigos. Bien alto. En este funeral que es encuentro y despedida; que es testimonio, es celebración y es homenaje. Y es agradecimiento a todos vosotros y a ellos.
Gracias, Paca y Antonio. Gracias a todos. De veras.
Cuando yo sea mas grande y sepa decir cosas, te dire te quiero, te quiero hasta el cielo.
Cuando yo sea mas grande y sepa decir cosas, te diré que me digas unas poesías de las que tu hacías.
Cuando yo sea mas grande y sepa decir cosas te diré que me cosas una de esas cosas que del frío abrigan.
Cuando yo sea más grande y sepa decir cosas, te diré en inglés: Hola abuela Hello great-grandmother que voy para España I’m going to Spain a verte la próxima semana next week to see you.
Cuando yo sea mas grande y sepa decir cosas le diré a todo el mundo que tengo una abuela que mucho me mola.
Cuando yo sea más grande y sepa decir cosas te diré muchas gracias, abuela, porque sin ti no estaría aquí.
Cuando yo sea mas grande y sepa decir cosas te dire te quiero, te quiero hasta el cielo, y dame ese beso que tanto deseo.
La abuelía no es tanto un rango, como nueva mirada a lo que somos,viéndolos a ellos, tan pequeños, con renovado pasmo ante el perenne milagro de lo humano.
Es ascenso al penúltimo escalón, apertura de brazos, abrazos para acunar primero y sostenerse luego.
Es red para caídas,enredos de caricias magisterio, guarda, cómplice espejo de sonrisas, refugio, bastón, soporte, testigo, memoria.
Todo lo olvidado hay que reaprenderlo; y juntos, remendar viejos recuerdos y alumbrar otros nuevos.
La historia que fuimos se enhebra con otros hilos, anuda mejores deseos y proyectos para un futuro que, ya sí, levantarán ellos.