Adán Martín fue diputado del Congreso durante una corta legislatura de tres años, de 1993 a 1996 , justo desde el momento en que se constituyó Coalición Canaria (CC) para formar una mayoría en el Parlamento regional que diera lugar al primer gobierno nacionalista de la historia del Archipiélago.
La convergencia bajo unas mismas siglas de las dos uniones partidarias (AIC e ICAN) y los tres partidos (AM ,CCI y PNC) de ámbito canario que constituyeron CC les permitió ganar las elecciones autonómicas en las tres convocatorias siguientes. Y, en todo caso, encabezar el Gobierno de Canarias en los seis mandatos posteriores, hasta nuestros días.
1993 es el año de un giro radical en la historia de Canarias: Con Manuel Hermoso en la presidencia del Gobierno de Canarias y se constituye el primer Grupo Nacionalista del Congreso de los Diputados, con Adán Martín, Lorenzo Olarte, José Carlos Mauricio y Luis Mardones: cuatro escaños, el cuadruple de lo obtenido por AIC en las dos elecciones anteriores.
Es en este contexto de cambio radical del mapa político de Canarias cuando Adán Martín llega al Palacio de las Cortes, en el arranque de la última legislatura liderada por Felipe González, con un gobierno socialista en minoría, muy abierto al pacto y a la negociación con los grupos minoritarios del Parlamento. Coalición Canaria irrumpe en el espacio nacionalista del Congreso , con nivel ya de grupo parlamentario, que hasta entonces solo ostentaban CIU y PNV . Y mantiene el carácter moderado y pactista que que había caracterizado a AIC. Coalición Canaria logra presencia en todas las comisiones y en todos los debates. Y, por primera vez en la historia, puede ejercer una labor muy pedagógica sobre el hecho diferencial canario, escasamente conocido por la mayoría de los diputados. Y asimismo, está en condiciones de introducir en la práctica totalidad de las leyes económicas o territoriales la «salvedades canarias», en ámbitos como la energía, aguas, puertos, aeropuertos, turismo, agricultura, industria, fiscalidad o financiación autonómica.
Los diputados del Congreso que compartieron con Adán Martín la legislatura 1993 -1996 pudieron conocer de primera mano su visión de la «España archipielágica» que había ido madurando con los años. Y que en buena medida tuvo su acabada lectura en grandes proyectos transversales como el Eje Transinsular de Infraestructuras de Canarias y en el proyecto de Estatuto de Autonomía que llegó al Congreso una década después, en 2006 , después de haber sido aprobado por el Parlamento de Canarias casi por unanimidad. En ese consenso amplio [que no ha vuelto a producirse en Canarias en los últimos nueve años] tuvo mucho que ver la mano izquierda y la estrategia con la que definió la Comisión de Expertos que diseñó el nuevo Estatuto para ponerlo a la altura de los mejores. Y lo hizo manteniendo un estrecho contacto negociador con el PSOE y con el PP, cuando ninguno de los dos estaban en el Gobierno de Canarias, aunque al final las cosas se torcieran ya en el Congreso de los Diputados por los desacuerdos sobre la ley electoral que bloquearon el proceso en la siguiente legislatura y, con ello, las ilusiones de muchos de los que esperan un mejor encaje de Canarias en el bloque constitucional español.
Entre 1993 y 2007, primero como diputado durante tres años y luego como permanente negociador, Adán Martín desplegó su mayor actividad en las relaciones de Canarias con el Estado. Siempre fue más duro y contundente en las conversaciones a puerta cerrada que en las manifestaciones públicas. No en vano una de sus pautas de trabajo era el ser exigente en privado ante instancias superiores (gobiernos de Canarias y de España) y no ser descalificante o agresivo en público al referise a esos contactos. Y era así tanto por su propio talante como por no romper las vías de negociación y de acuerdo: llevaba la negociación y el pacto en su ADN.
Todo lo que a a puerta cerrada era de demandante e incisivo se convertía en conciliador a la hora de reflejar las posiciones ante los medios y no al revés. En su estilo siempre prefirió detallar las discrepancias y apuntar siempre posibilidades de acuerdo antes que otras tácticas basadas en ese tipo de confrontación permanente que busca réditos políticos más que sellar acuerdos rápidos y eficientes.
Cuando Adán Martin llegó al Congreso en 1993 era un hombre que ya le dedicaba entre doce y catorce horas diarias a la Presidencia del Cabildo de Tenerife; y desempeñaba además la Secretaría General de la Agrupación Tinerfeña de Independientes, ATI [aun no disuelta en Coalición Canaria ]). Las encuestas previas le otorgaban un alto nivel de popularidad en su partido, lo que le convertía en candidato idóneo para conseguir dos escaños en su provincia, doblando el número de los que habia logrado AIC en el año 1989. Ese fue el motivo con el que le convencieron para encabezara una candidatura que le complicaba la vida. Tampoco se había postulado para el cargo cuando en 1987 aceptó liderar la lista al Cabildo, en la creencia de que le tocaría estar en la oposición, con solo una dedicación parcial a la política. Seis años después, sabía que la elección como diputado era segura y que si aceptaba iba a asumir un triple rol e iba a tener que estirar el tiempo como nunca antes lo había hecho.
A Adán Martín le gustó mucho trabajar en el Congreso, sobre todo porque, además de hacer política, le permitía acceder a un nivel alto de información sobre gran variedad de temas importantes para la gestión de los intereses insulares, especialmente en las comisiones o las ponencias, donde la política baja al dato y se aleja del permanente teatro de los plenos. Los periodistas parlamentarios recordaban cuando murió que Adán Martín fue -y así los atestiguan las actas – un diputado más de comisión que de pleno, sabedor de que en la comisiones se podía debatir, contrastar opiniones, aprender e influir verdaderamente en otros grupos, porque se podía analizar los temas con ese nivel de detalle y profundidad con los que el se sentía a gusto. Porque necesitaba rodearse de los más y mejores datos para convencerse antes que nada a sí mismo y estar verdaderamente seguro del camino elegido antes de tratar de imponérselo al resto; o antes de modificar su posición con las opiniones de los otros.
Siempre creyó que el más de un centenar de horas que pasó debatiendo con expertos en la Comisión parlamentaria sobre Plan Director de Infraestructuras (PDI) había sido el mejor master universitario que pudo realizar en su vida, porque por allí pasaron las más brillantes cabezas del país en la materia. Aquella experiencia le confirmó su apuesta por la planificación como modo de trabajo. Adán Martin llevaba siempre el traje de ingeniero puesto y por eso dejó especial rastro en el PDI que presentó José Borrel . No se perdió ni una sola de las sesiones de la ponencia e introdujo ya hace veinte años aportaciones muy relevantes para que se dejara de considerar a España solo como una mole continental y se entendiera que la conectividad de los archipiélagos era y es esencial.
Del Congreso salió más y mejor pertrechado para poner en contexto español las singularidades evidentes de Canarias. Y eso lo agradeció siempre. Porque al diputado novel que fue le aportaba el pormenorizado conocimiento que le daba su condición de ya experimentado presidente del Cabildo de Tenerife. Y al titular del gobierno insular el diputado que era le abrió puertas de despachos madrileños, le facilito respuestas a preguntas precisas, le permitió negociar inversiones, le posibilitó infuir en el diseño de las redes de transportes (puertos y aeropuertos) que sabía cruciales y, lo humanamente más emotivo, hizo posible dilatar el cierre de la que entonces era, paradojicamente, la fabrica de tabacos más rentable de Tenerife , Philips Morris-TACISA, condenada al cierre por los acuerdos de la multinacional con Tabacalera, ambas empeñadas en concentrar la producción en pocas fábricas. Y lo hizo en plena sintonía con un comité de empresa, que se batió durante más de un década por mantener el empleo en el que entonces era el principal subsector industrial de Canarias.
En el Congreso Adán Martín reforzó y asentó una idea clave en su vida y en su trayectoria : la necesidad de primar y trenzar grandes acuerdos entre los grupos diferentes para garantizar que las nuevas políticas fueran eficaces y duraderas. Solo así era y fue posible que planes y proyectos que necesitaban más de una década para llegar a buen puerto se cumplieran, incluso cuando él ya no estaba, como ocurrió con los 36 planes que dejo ejecutándose en el Cabildo de Tenerife cuando salió de la institución en 1999. O con los doce planes pactados con los cabildos desde el Gobierno de Canarias, que en algunos casos aún siguen ejecutándose; sobre todo los que implicaban grandes recursos en materia de sanidad y de transportes y conectividad entre las islas. Los que claman por la integridad española y se centran en la bandera o en los símbolos no caen muchas veces en al cuenta de que las comunicaciones con Canarias y Baleares son los auténticos hilos umbilicales que aseguran la unidad real de España, la viabilidad de ambos archipiélagos y el bienestar de sus tres millones de habitantes. Adán Martín sembró esa inquietud sobre la conectividad en el Congreso y la llevó continuamente a diversos ministerios, especialmente a los de Fomento e Industria y Turismo; y a Bruselas.
Pero su visión sobre la conectividad nos se limitaba al ámbito español. Estaba convencido de que la conversión del Archipiélago en un autentico nodo o hub intercontinental lo reforzaría como primer destino turístico mundial en invierno y le abriría las puertas para ejercer un papel de liderazgo y de coordinación en la cooperación mundial con África. Esa vertiente humanitaria la acentuó más tarde, desde la Presidencia del Gobierno de Canarias, cuando la continua llegada de pateras redescubrió a Europa sus obligaciones pendientes con el continente más critico y empobrecido del mundo.
Adán Martín se formó en el cultura de la primera transición democrática y fue singular exponente de lo que hoy es una rara avis: un político que prefiera el acuerdo a la confrontacion, el dialogo y la búsqueda conjunta de lo bueno, en lugar de esas soluciones «mejores» que a cada uno le gusta tener para todo. Firme partidario de que lo mejor es enemigo de lo bueno, prefirió encontrar entre todos una solución que valiera para la inmensa mayoría. Convencido de que vale más siempre un acuerdo que un gran pleito, su trayectoria le demostró además que esa actitud era la correcta políticamente: De forma interrumpida, desde 1979 ganó siempre las elecciones políticas a las que concurrió [Ayuntamiento de Santa Cruz, Cabildo, Congreso, Parlamento de Canarias], mejorando casi siempre los resultados anteriores.
Dejó en el Congreso su huella en 135 intervenciones documentadas en temas sobre todo económicos y territoriales. Aparecen en los diarios de de sesiones digitales y desde hace algun tiempo pueden también consultarse en formato de audio. Y no quiso continuar porque el trabajo en el Gobierno insular le detraía demasiado tiempo como para aportar en Madrid todo lo que el le gustaba. Renunció a seguir en el Congreso por ese motivo y guardaba un magnifico recuerdo tanto de sus iniciativas parlamentarias como de todo lo que pudo aprender.
Adán Martín buscó siempre maximizar, optimizar, aprovechar las oportunidades. Y, sobre todo, aprovecharlas juntos, buscando la cooperación y el entendimiento de todos. Compartir fue su fórmula mágica: reunir las suficientes voluntades para atacar los más altos logros, desde un pequeño ayuntamiento a las instancias de la Unión Europea. Dejó en ese camino todo lo mejor de sí. Y años después de su muerte , sus semillas todavía estan fructificando.