Amaneció el día triste.
Se paseó la pena.
La olvido.
La aparto.
Quiero que no tenga hueco.
Pero no se deja.
—–
Y entonces recuerdo.
Te miro
y tu alegría la ahuyenta,
tu gracia la aleja
y tu caricia,
viva aún,
la borra.
Vuelve y la destrozas.
Siempre al quite, madre.
Como siempre, Paca.
—–
Pasa el día.
El pesar persiste.
—-
Vuelve, madre, siempre
cuando el dolor vuelva.
Acúnalo con tu mirada.
Reviértelo con tu alegría.
Y haz como entonces:
Devuélvemelo en vida.