ACABA de caer una lluvia enorme de datos sobre el proyecto de Presupuestos de Canarias para 2011. Y seguirán desgranándose más durante las dos próximas semanas. Es el momento de debatir algunos puntos. Y poner sobre la mesa algunas ideas. Incluso las que al día de hoy no apoya ningún grupo político, porque a cinco meses de la convocatotria electoral las medidas impopulares no atraen votos, aunque la fuerza de las cosas las acabe imponiendo. ¿O demostraría a algunos firmeza y responsabilidad ante la crisis?
La idea ya la he apuntado hace algunos meses. Los momentos son tan críticos como para que Canarias haga uso de un recurso (una «bala de plata») del que no dispone ninguna otra comunidad autónoma: reducir el ineficiente diferencial fiscal que mantiene tanto en la imposición sobre los combustibles como en los impuestos especiales sobre licores y tabaco. ¿Tiene algún sentido en estos momentos que quememos gasolina y tomemos tragos a precios más bajos que los peninsulares y europeos?
Una medida así no afectaría a la fiscalidad general como lo hacen el IGIC o el IVA; no lastimaría por lo tanto a la economía como la subida del IVA en la Península. Podrían recaudarse varios centenares de millones de euros que redujeran la prevista caída de 850 millones; esa sí, lesiva de necesidad, para todo el tejido productivo canario. Porque se sumará a la reducción de la financiación de cabildos, ayuntamientos y Estado en Canarias. En el conjunto de los cinco niveles administrativos (incluida la UE) será superior a los 2.500 millones de euros. Eso representa más del 5% del PIB canario. Y eso es el más certero anuncio de que el desempleo va a seguir aumentando en 2011 si el sector turístico no se dispara a niveles estratosféricos.
Si no se aborda ahora, habrá que hacerlo en la segunda mitad de 2011 (como lo hizo Zapatero a mitad de año), pero se habrá perdido un tiempo precioso.
Ni siquiera el PSOE, que lo ha hecho en el ámbito estatal, se ha atrevido a apoyarlo en Canarias; hecho que bloquea la posibilidad de que CC lo pueda sacar adelante en el Parlamento. El PP ha hecho una bandera electoral a la subida de impuestos y no cederá en ese punto, aunque se descuadren y desestabilicen las tres instituciones canarias.
Congelar los impuestos podría ser una medida adecuada si, a la par, se redujera el tamaño de los efectivos laborales de las administraciones. Pero no se ha hecho así. Y si hasta ahora teníamos muchos funcionarios, a partir de enero vamos a tener a muchos funcionarios ociosos, sencillamente porque el presupuesto que tienen que gestionar en muchos casos es ridículo.
Ahora nadie abre este debate. Pero a lo largo del año que viene será inevitable. Quizá la clave esté en atribuir claramente la nueva recaudación que se genere a servicios esenciales que ahora van a resultar muy tocados. Tendría más fácil aceptación. De no ser así, la crisis ya no será una más, será otra cosa: el llamado Estado del bienestar se resquebrajará por completo y dará paso a otra época.
Y un dato en el que casi nadie ha reparado: los Presupuestos canarios contemplan una reducción de la población activa. La emigración, esta vez hacia afuera, ya ha comenzado.