Que tus días
se arrecimen
como uvas
de venturas
y dulzuras.
Que la dicha
se esparrame,
surtidor sinfín
que explota
en alegres gotas.
Que las tristezas,
se apaguen
como velas
que se encienden
y consumen.
Que de los mails
os emerjan
proas y rejas
de mares secos
de montes llecos.
Que la esperanza
cante
atronadora,
cual campana
por la mañana.
Que unos y otros,
al fin vueltos
a la rutina
de los días plenos,
nos amemos.